Skip to main content

DESPEDIMOS A UN GRAN AMIGO DE LA FUNDACIÓN

By 31 agosto, 2018enero 9th, 2020Portada, Sin categorizar
[av_one_full first min_height=» vertical_alignment=» space=» custom_margin=» margin=’0px’ padding=’0px’ border=» border_color=» radius=’0px’ background_color=» src=» background_position=’top left’ background_repeat=’no-repeat’ animation=» mobile_display=»] [av_slideshow size=’no scaling’ animation=’slide’ autoplay=’false’ interval=’5′ control_layout=’av-control-default’] [av_slide slide_type=’image’ id=’6393′ video=’http://’ mobile_image=» video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=»] José disfrutó sus últimos días
de vida al lado de sus seres
queridos.
[/av_slide] [/av_slideshow] [/av_one_full][av_one_full first min_height=» vertical_alignment=» space=» custom_margin=» margin=’0px’ padding=’0px’ border=» border_color=» radius=’0px’ background_color=» src=» background_position=’top left’ background_repeat=’no-repeat’ animation=» mobile_display=»] [av_textblock size=» font_color=» color=»]

José Ochoa, nacido en 1944 en la ciudad de Bogotá, llegó al comedor María es mi Madre de la Fundación Proyecto Unión buscando ayuda debido a una difícil situación económica. El comedor es un lugar donde hace más de 20 años se brindan desayunos y almuerzos diarios a 200 adultos mayores habitantes de la calle y se atienden en consulta médica apoyándolos con los medicamentos.

La sede Casa de la Esperanza, otro de los programas de la fundación, es un lugar donde se le brinda alojamiento a 60 abuelitos, entre ellos José, quién estuvo cerca de 12 años, tiempo en el cual se le suplieron sus necesidades básicas y tuvo la oportunidad de reintegrarse a la sociedad a través de una ocupación laboral dentro de la fundación y finalmente retornar junto a su familia.

El señor Ochoa sufría de diabetes y no podía realizar gran esfuerzo, ni trabajar, pero siempre se distinguió por ser un buen colaborador, ayudando en pequeños arreglos que se necesitaran en todas las sedes de la fundación. Tras buscarle un lugar estable para vivir por su crítico estado de salud, una familiar lo recogió de la Casa la Esperanza el pasado mes de abril y lo llevó con uno de sus hijos en Soledad, Atlántico.

Con el paso del tiempo fue decayendo, hasta el 2 de agosto que nos acompañó en vida su familia y amigos lo recuerdan como un hombre que a pesar de tener una personalidad bastante seria y una enfermedad grave, siempre estaba dispuesto a ayudar, era muy responsable, servicial y por eso dejó una huella en el corazón de la fundación. Que en paz descanse.

[/av_textblock] [/av_one_full]