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[av_one_full first min_height=» vertical_alignment=» space=» custom_margin=» margin=’0px’ padding=’0px’ border=» border_color=» radius=’0px’ background_color=» src=» background_position=’top left’ background_repeat=’no-repeat’ animation=» mobile_display=»] [av_slideshow size=’no scaling’ animation=’slide’ autoplay=’false’ interval=’5′ control_layout=’av-control-default’] [av_slide slide_type=’image’ id=’6349′ video=’http://’ mobile_image=» video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» video_controls=» video_mute=» video_loop=» video_autoplay=»] Leerle libros a los niños era una
de las actividades que más disfrutaba
Ana Clara
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’6350′ video=’http://’ mobile_image=» video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» video_controls=» video_mute=» video_loop=» video_autoplay=»] Ana Caroline aprovechó su
último día en la fundación para
despedirse de los niños.
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’6351′ video=’http://’ mobile_image=» video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=»] Las dos jóvenes voluntarias
internacionales se llevan un grato
recuerdo para sus vidas.
[/av_slide] [av_slide slide_type=’image’ id=’6348′ video=’http://’ mobile_image=» video_ratio=’16:9′ title=» link_apply=» link=’lightbox’ link_target=» video_controls=» video_mute=» video_loop=» video_autoplay=»] (De izq a der) Ana Clara, Daniel León
Coordinador del Hogar Santa Rita de
Cascia y Ana Caroline el día que
recibieron su certificado.
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Una vez más los niños del Hogar Santa Rita de Cascia de la Fundación Proyecto Unión pudieron disfrutar de la compañía de dos jóvenes extranjeras que realizaron su voluntariado. Ana Clara Duarte dos Santos y Ana Caroline Fernandez Marquez quienes llegaron de Brasil y decidieron compartir con nuestros niños durante el tiempo de su estadía en nuestro país.

Es la primera vez que estas brasileñas son voluntarias en una fundación de niños con enfermedades complejas. Durante el tiempo de su voluntariado realizaron diversas actividades como:   doblar y organizar la ropa de los niños, ayudar en las tareas diarias del hogar, participaron en caminatas, dedicaron tiempo a la lectura de libros, aprendieron a dar masajes y ayudaron a dar diariamente los alimentos a los pequeños, actividades que les dejaron una gran enseñanza para sus vidas.

Aunque Ana Clara duró únicamente un mes y medio, nos comparte que fue un gran aprendizaje personal por el agradecimiento que los niños transmiten cuando hay gente que les ayuda y dedica lo más valioso que tiene una persona, su tiempo. Por otro lado, con siete semanas dentro de la fundación, Ana Caroline aprendió a valorar todo lo que tiene y lo que es capaz de dar al servicio de los demás, esta nueva experiencia le marcó su vida.

Gracias al Programa Viajeros de Esperanza que tiene la Fundación Proyecto Unión para voluntarios internacionales y el convenio con AIESEC organización que realiza intercambio de voluntarios de diferentes partes del mundo, cada vez se abren más posibilidades de recibir estudiantes como Ana Clara y Ana Caroline. Es gratificante ver como cada día existan más personas en el mundo motivadas a servir y brindar felicidad a quienes más lo necesitan.

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