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El pasado sábado 7 de junio fue un día que quedará en el corazón de todos. Desde muy temprano, donde cerca de 90 personas incluyendo funcionarios de Sincosoft y sus familias llegaron a la sede de Centro de Vida en Tocancipá para vivir una mañana diferente, cargada de sonrisas, juegos y momentos inolvidables.

Como parte de las estrategias del programa “Conectando Corazones”, se desarrolló la actividad Vivencias en el hogar y dentro de ella, una muy especial: La Feria de Pueblo, un espacio diseñado para compartir en familia y crear lazos genuinos con los niños beneficiarios de la fundación, quienes fueron, sin duda, los protagonistas más felices de la jornada.

Desde las 9:00 a.m., el punto de encuentro comenzó a llenarse de energía; las actividades arrancaron con rompehielos que pusieron a todos en movimiento y prepararon el ambiente para recibir las palabras de bienvenida de nuestro director, el Dr. Fernando Quintero, quien destacó con emoción: “La unión de esfuerzos es lo que nos permite seguir fortaleciendo nuestra misión. Hoy más que nunca, los corazones se conectan en un mismo propósito”.

Uno de los momentos más conmovedores fue la calle de honor en la que 30 niños del hogar fueron recibidos por parte de los voluntarios y sus familias. Juegos como la rana, tirar el disco, fútbol y tiro al blanco se convirtieron en escenarios de integración, donde las risas, los aplausos y hasta unos buenos pasos de baile fueron los ingredientes principales. Más que competir, cada actividad fue una excusa perfecta para generar vínculos entre los funcionarios, sus familias y nuestros niños, construyendo una experiencia donde todos fueron uno solo.

La jornada cerró con un delicioso picnic, aprovechando la belleza del entorno y el clima generoso que acompañó cada instante. Entre mantas, frutas, refrigerios y charlas espontáneas, se selló un día que dejó huella.

Desde la fundación, agradecemos profundamente a los miembros de Sincosoft y a sus familias por sumarse una vez más a esta misión de amor, empatía y compromiso. Gracias por regalarnos una feria de pueblo con propósito, donde lo más importante no fueron los juegos, sino el tiempo compartido y las sonrisas sembradas.