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Para ayudar no existen fronteras ni kilómetros que nos detengan. Cuando el corazón está dispuesto, la voluntad se convierte en el primer paso hacia un acto de amor. Mirelle de Cáceres y su familia, son un ejemplo vivo de que cuando se quiere servir, no importa el lugar del mundo donde estés. En esta ocasión, sus nietos y algunos amigos desde Londres y Quebec se unieron para hacer algo maravilloso por quienes más lo necesitan.

Con alegría, creatividad y muchas ganas, Santi, Aboudi, Myles, Asahi y Tarun participaron de un pequeño bazar en el colegio, donde pusieron manos a la obra y lograron recoger fondos para preparar un almuerzo muy especial: arroz con pollo, jugo y postre para 250 adultos mayores en condición de calle, beneficiarios del Comedor María es mi Madre en Bogotá. Un gesto que no solo llenó de sabor los platos, sino también de esperanza los corazones.

Para su familia, esta misión fue motivo de orgullo; para nosotros, un símbolo de que los jóvenes sí están construyendo un mejor país. Gracias a Mirelle por inspirar con su ejemplo y sembrar en su familia las semillas de la solidaridad.